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LIC. MICHEL BARDALES GARCÍA - Especialidad de Lengua y Literatura - Profesor del Área de Comunicación. Poeta, escritor y maestro difusor de la Literatura Amazónica. - Correos: setilx@hotmail.com / arpaganus@gmail.com

sábado, 31 de agosto de 2019

FLOR DORMIDA

De Jorge Rojas Panduro


PRÓLOGO DEL LIBRO:


LOS SENTIMIENTOS HUMANOS
 EN FLOR DORMIDA

Por Manuel Marticorena Quintanilla

Han pasado dieciocho años desde que Jorge Rojas Panduro publicó su primer libro Cuentos para no aburrirse (2000), después se sucedieron numerosas narraciones con sus altibajos como son: La boa del diluvio  (2002), Cometa de ilusiones, publicado por el Gorel (2006) Inferno de colmillos, Huasaí (2015), que se hizo merecedor el premio Carnaval 2015 de Belén, y su novela “El sudor de la tierra” ( 2018 ) Ahora tengo la oportunidad de enfrentarme a su última  publicación: Flor dormida (2019), realmente es una distancia inmensa en nuestra vida y a la vez se nota una inmensa distancia en la forma de llegar al lector con sus seis  narraciones: Lo que más destaca es el uso del lenguaje que manifiesta una inmensa subjetividad  haciendo vivir al lector, envuelve y atrapa con los distintos sentimientos que muestra en sus aconte-cimientos, veamos cada uno de ellos: 
Flor dormida, cuento que da nombre a la presente obra, está escrita en la técnica de la narración protagónica en primera persona desde la perspectiva de un  niño de siete años, que vive en el medio rural, lugar donde no se encuentran los adelantos del medio urbano, y se vive en medio de las carencias no solo materiales sino de las relacio-nes humanas. Nos muestra con un inmenso sentí-mentalismo sus incomprensiones frente a las con-versaciones de los mayores, que muchas veces no son entendidas lo que quieren decir cuando conver-san, llega al asombro cuando juegan entre niños con  la protagonista que es Flor al padre y la madre y en el clímax es sorprendido por don Toribio, padre de Flor, sucediéndose el siguiente acontecimiento (2019:31):
Entonces el hombre hace chocar con fuerza su enorme mano en el rostro de su hija, sin que ella ni yo supiéramos por qué. Su voz ruge de urgencia y de ira cuando dice a su mujer que llame a mis padres.
  Doña Fructuosa cumple el encargo sin atreverse a nada con su marido, mientras él se pasea frente a nosotros como el toro que quisiera embestirnos.
Mis padres se quedan perplejos al escuchar lo que don Toribio dice: que soy un corrompido, mañoso y no sé qué más. Sin entender bien lo que está sucediendo…
Pasan los días, muere la niña y finaliza con el anticlima que es verdaderamente una sorpresa en que muestra otro comportamiento totalmente opuesto  don  Toribio frente al niño y le dice con arrepentimiento  y ternura (2019: 41):
—¡Dios mío! Verdaderamente tu ino-cencia es maravillosa, que puedes verla en espíritu— me dice entre sollozos, ponién-dome la mano en mi hombro.
Como pueden  observar en estas dos citas, la intensidad de los sentimientos que se reflejan, en la primera está el desprecio, la perplejidad, el asom-bro, mientras en la segunda cita se encuentra la desesperación y el arrepentimiento de don Toribio, comportamientos opuestos. Sin embargo, son solo dos aspectos, si hacemos la lectura de todo el cuento uno vive los diversos sentimientos de ino-cencia, cariño, duda, etc. que nos va mostrando el escritor valiéndose de su narración enteramente humana y a la vez nos hace reflexionar sobre la vida y los hechos que se suceden en nuestra realidad objetiva sin  que  nos demos cuenta de las diversas actitudes que vamos adoptando.
En el segundo cuento Un tambor para el llullito, ganador de un premio literario por navidad 2006, también narrado en primera persona protagónica desde la perspectiva de un niño, nos muestra en un ambiente navideño la tristeza del narrado ante a la miseria que asola a su familia, pero él se comporta con cariño, solidaridad y desprendimiento a pesar de tanta desgracia humana. Cuando el protagonista retorna a su casa, se encuentra con la felicidad y la alegría de su madre, la sorpresa está lo forma como finaliza el cuento asombrando al lector y abriendo la fascinación, alegría y ensueño en el protagonista.
La luz fatídica, mención honrosa en el concurso de Trazos editores, 2018, Tarapoto, corresponde a un tercer cuento narrado en tercera persona anónima mostrando al protagonista que enamorado frente a una bella mujer a pesar de ser casado y el sentimiento de temor frente a las noches en que se presenta la lamparilla, él, demostrando valentía se enfrenta a lo desconocido y finaliza muerto como consecuencia de la presencia de la hermosa joven que la atraía pero esta vez, presente en medio de una pestilencia horrible. Cuando al día siguiente le encuentran, los que le hallaron observan  el rostro que tiene las facciones de terror con que murió.
Ingresamos al cuarto cuento: Apurando la muerte, narración en primera persona protagónica, tiene la característica de ser circular dado que se inicia con el anticlima siendo como un  recurso para atrapar al lector y así esperar que la lectura sea realizada con toda seguridad, al mismo tiempo en cada suceso va presentándonos nuevas sorpresas que causan asombro, conmiseración y los personajes son atrapados mostrándonos ira, duda, amor, deseos lascivos, hipocresía, etc. donde cada personaje simboliza un  determinado sentimiento humano, predominando en todo el cuento el remordimiento que causa un  final con doble sorpresa, rasgo  pocas veces logrado en los narradores.
El regreso, último cuento del libro, muestra la presencia del intenso amor, la decepción, sorpresa y felicidad con que finaliza. Narración breve e intensa con múltiples sorpresas en cada acción. Refleja las vivencias más fuertes que pueda pasar a un  ser humano en su vida sentimental.
En su conjunto, esta obra resulta la creación más lograda de toda lo escrito por Jorge Rojas Panduro, con lo que ha llegado a consagrarse dentro de la narración breve, debiendo ser difundido en el contexto nacional, considerando que en cada una de sus creaciones predomina la visión ética del ser humano que linda en lo filosófico. Obra recomendada para la reflexión sobre nuestra vida en base a su lectura. Es fundamental para la lectura de los adolescentes, que deben enterarse lo que realmente es la vida en sus diversas dimensiones, tanto en la  infancia como en la vida adulta.


CONTENIDO DEL LIBRO DE CUENTOS:


- Flor dormida 
- Un tambor para el llullito
- La luz fatídica
- Apurando a la muerte
- El regreso

EL VENENO DE LA POESÍA

De Álvaro Ique Ramírez


Álvaro Ique Ramírez
El veneno de la poesía/ the Poison of Poetry


EL EQUILIBRISTA EN SU HILO DE METAL
    
     El poeta es el equilibrista en la cuerda floja. El apestado.
     Cuando de las bellas artes se trata en un pueblo de inquisidores con un garrote en la mano, cada casa tiene una hoguera, una guillotina, una horca y un cementerio. Allí van a dar los objetos artísticos ‘inapropiados, incómodos y obscenos, y los apestados artistas que los inventaron’. Hasta este punto el poeta es todo lo enunciado, por lo tanto, inelegible para el código de barras. Y no tiene cómo sustentar su condición humana y superchería poética.
     El poeta posee suficiente carga eléctrica, pero tiene excesos mentales. Algunas veces es aceptado a condición de desaparecer su bolígrafo y romper su piso liso, machihembrado. Otras veces es descalificado con la malvada intención de hacerle añicos y desaparecerlo. Desdeñan su obra. Desaprueban sus sueños y delirios, y decretan su desaparición. Sin paradero conocido dejará de ser o existir. Con amable irritación alguien mencionara sus andares. El poeta, sin desabrimiento alguno, desambigua su naturaleza y se aloja en ‘sus mazmorras mentales’ y permanece al máximo hurgando en el pus, en el acetato polícromo y en los códices de las ciudades sigilosas. Altera levemente, a sacudones, el monumental orden. Se conduele de las mulas y las reses salvajes que serán descuartizadas en la urbe. Ahí es cuando los comisarios del orden intentarán arrancarle la lengua y despedazar sus palabras. Y el poeta —la piedra del escándalo— escribiendo letra a letra, ardiendo en la pasión y el fuego, sin decir oxte ni moxte.
«Esto es lo que encontré en el prólogo. Y me jode».

El editor

ESPÉRAME EN CABALLOCOCHA y otros cuentos

De Álvaro Ique Ramírez


COMENTARIOS

«Álvaro Ique es un “hijoeputa” de la narrativa actual. Atrevido, intrépido, disidente de estereotipos, se presenta como el anticristo del universo literario. Es un narrador descarnado que desflora sin reparo el convencionalismo. Con un lenguaje antipoético, directo y sin tabúes, retrata las vivencias de sus personajes que deambulan entre las heces de la sociedad.  
La lectura de “Espérame en Caballococha y otros cuentos” es una aventura tétrica y espeluznante, no apta para mojigatos».     
Deybi Vásquez

«Álvaro Ique, en este libro suyo «Espérame en Caballococha y otros cuentos», nos abre los grimorios proscritos de la perversión nostálgica, y nos lleva de los pelos a su alucinante Cuneccia Tropical (Iquitos). Dueño de una lograda y exquisita prosa narrativa, con desparpajo e ironía visceral, desnuda y hace trizas las contradicciones y bipolaridades religiosas y culturales. Habita en estas páginas una gran visión cosmopolita de colocar este contexto contemporáneo, como un referente singular de la literatura amazónica peruana, sin apelar a la tan manoseada figura mágica-bosquesina».
Andrés Sicchar

«“Espérame en Caballococha…”, es un libro de cuentos sublevante. Estas quince historias, no dejarán indiferente al lector. Al contrario, le conmocionarán hasta el tuétano y serán el acicate para cuestionar muchos lugares comunes en la literatura amazónica. Un mundo distópico, tan igual que el mundo real, es construido con destreza por el autor. En ella, desfilan personajes inefables, quienes, a grito pelado, dicen verdades brutales, sin eufemismos, sin contemplaciones. Sus escenarios no se limitan al trópico selvático. Son cosmopolitas y trabajados, siempre, desde la perspectiva de un hombre de la floresta que, a su vez se nutre de la cultura universal».
Werner Bartra Padilla

«Siempre que leo a Ique, siento puñetazos brutales en el estómago. (Álvaro es un sanguinario de las letras amazónicas). Y si alcanzaba a recomponerme, solo quedaba prepararme (con placer masoquista) para otra tanda de estacazos que te dejan desmejorado, hecho mierda».
El editor